"Arberto Garzon " EL MOMENTO DE LA AUDACIA POLÍTICA

Las últimas elecciones europeas han sido una sorpresa para casi todo el mundo. Por un lado, el bipartidismo ha recibido un varapalo mucho mayor del que se esperaba y la suma de votos de PP y PSOE ha pasado del 81% al 49% en apenas cuatro años. Por otro lado, el surgimiento meteórico de PODEMOS y la importantísima subida de Izquierda Unida ha permitido a las organizaciones antitroika sumar hasta un 20% de apoyo electoral.
Pienso que son muchos los enfoques desde los que pueden abordarse estos resultados, pero aquí daré especial importancia a dos: un primer enfoque que podríamos llamar de clase, y que interpela a la forma en la que nos situamos en el sistema económico, y un segundo enfoque que se corresponde con los imaginarios ideológicos, esto es, con las lentes a través de las cuales vemos la sociedad política.
Enfoque de clase
El capitalismo es un sistema económico con una lógica inherente que opera, básicamente, con el principio de maximización de ganancias empresariales. Los capitales compiten entre sí incesantemente y en ese devenir se van produciendo innovaciones tecnológicas que incrementan la productividad y abren la posibilidad de mejores condiciones de vida para la sociedad. Pero dicho devenir también conlleva costes en la forma de menores salarios relativos, desempleo, despilfarro energético, explotación de recursos naturales y un sinfín de efectos perjudiciales para el planeta, algunos grupos sociales o la sociedad en su conjunto. La falta o ineficacia de mecanismos que compensen estos efectos -como podría ser la intervención del Estado- agrava las consecuencias negativas para las víctimas. Y las crisis, singularmente, son momentos históricos de radicalización de esas dinámicas negativas.
Pero no a todos los grupos sociales les afecta por igual la dinámica del capitalismo. Los trabajadores protegidos por convenios colectivos no reciben el impacto de una crisis de la misma forma que los trabajadores desprovistos de cualquier salvaguarda o los pensionistas o personas laboralmente inactivas. Consecuentemente tampoco sus conciencias políticas se moldean en el tiempo de la misma forma.
Podríamos situar, a mi juicio, tres tipos de contradicciones o conflictos del capitalismo. En primer lugar, el conflicto capital-trabajo, que hace referencia a la disputa por el excedente productivo y que tiene que ver con el lugar que cada individuo ocupa en la actividad productiva. En segundo lugar, el conflicto capital-población, y que tiene que ver con los efectos perjudiciales que el capitalismo genera en sectores distintos a los de la actividad productiva, tales como estudiantes, jubilados o cuidados del hogar. Y en tercer lugar, al conflicto capital-planeta, que hace referencia al carácter destructivo del capitalismo sobre el medio natural en el que nos insertamos.
Por raíces históricas, Izquierda Unida es un partido que se sitúa muy cómodo en el conflicto capital-trabajo y en la defensa de la clase trabajadora. Así, cuando los efectos del capitalismo son más severos, más tensionadas están las relaciones en el ámbito productivo y mayor capacidad de penetración tienen las ideas de IU. Electoralmente puede encontrarse cierta relación histórica entre la tasa de desempleo y el voto a IU, lo que refleja que IU es una especie de esperanza para aquellos que sufren la dinámica laboral.