A Paco

Intento continuar con mis escritos, pero te me vuelves a venir a la mente en diferentes formas y con diferentes recuerdos.

Así que dejo de resistirme y dejándome llevar por este tiempo de tristeza, rememoro el momento en que te diste a conocer, ofreciéndonos las llaves del conocimiento, de la sabiduría, a un grupo de bienintencionados ciudadanos. Que llevados por los últimos acontecimientos sociales, empezábamos a salir del letargo en el que habíamos estado sumidos, inducidos por el estado de bienestar.
Y que con tu acumulada experiencia nos ayudaste a abrir los ojos sobre el funcionamiento de la política.

De esta manera, valoro tu empuje, tu ilusión, las clases de este maravilloso verano en el parque de Bellvitge, donde nos aleccionaste sobre el funcionamiento municipal a los que estábamos ávidos de conocimientos. Y en el que nos hiciste creer que todo era posible… y porque no, de las risas posteriores en las tertulias de terraza.

Así te recuerdo, en esos gratificantes momentos. Y con la autoestima de reconocerme digno alumno tuyo. Que como tal, discrepa del maestro.

Rememorando, me quedo con la noche que compartimos hasta la madrugada en las fiestas de Bellvitge, en la que nos dio tiempo de todo. Y en la que bajo los efluvios de la Estrella, esa rubia por la que profesábamos el mismo gusto… pasamos al plano afectivo.

Me duelen nuestros últimos momentos.
Acepta mi mano desde aquí…