Radón y radioactividad

La radioactividad es un fenómeno que se encuentra en general en todos los materiales, aunque su intensidad, el tipo de radiación, su energía y sus efectos son muy diferentes. Las rocas contienen minerales con isótopos radioactivos (Uranio, Radio, torio...) que se desintegran emitiendo radiaciones alfa, beta y gamma. El radón 222 es un isótopo radioactivo que se forma por desintegración alfa a partir del radio 226. A su vez, el radón emite partículas alfa, dando lugar a polonio 218, también radioactivo. Estos isótopos inestables forman parte de una serie o cadena de desintegración que comienza en el uranio 238 y termina en el plomo 206 (estable).
El gas radón 222 es emitido continuamente por las rocas y el suelo (especialmente por los granitos y rocas asociadas, con minerales derivados de la destrucción de rocas magmáticas); se desintegra con un período de semidesintegración de 3,8 días. El riesgo asociado depende de la capacidad de penetración de las partículas alfa, que es pequeña, por lo que son frenadas por la capa de células muertas y queratinizadas de la epidermis; el problema aparece con el radón inhalado, que entra en contacto con las células vivas del epitelio alveolar de los pulmones y con las del tracto digestivo, difundiéndose posteriormente por el organismo a través del torrente sanguíneo. La radiación alfa en los pulmones es una de las principales causas de cáncer de pulmón en las zonas donde abunda el radón. La concentración del radón es baja en la atmósfera al aire libre, ya que se difunde fácilmente, pero es muy alta en los poros del suelo, en cavidades subterráneas, sótanos y habitaciones mal ventiladas.
En la actividad minera subterránea representa un gran riesgo (desde la antigüedad se conocía la “mala metallorum” de los mineros).
Podría parecer que la actividad minera a cielo abierto no representaría riesgos significativos con respecto a las dosis inhaladas por la población, ya que es liberado a la atmósfera, donde se diluiría fácilmente, pero el peligro está en los aerosoles: cuando el radón emite la partícula alfa, el isótopo hijo (polonio 218) retrocede ionizado atrayendo inmediatamente moléculas de agua (dipolares) que forman en torno a él una capa de agua (núcleo de condensación) de tamaño molecular. Estos núcleos se adhieren inmediatamente a partículas de mayor tamaño que forman el aerosol atmosférico. La concentración de estas partículas es altísima en las zonas mineras donde el polvo procedente de la remoción de rocas de deposita sobre todas las superficies sólidas (tierra, edificios, vegetación, objetos, paredes, pulmones) produciendo un recubrimiento radioactivo compuesto no sólo por partículas con polonio 218 adherido, sino por otros descendientes del radón 222 como el plomo 210. Así que la radioactividad de los descendientes del radón se encuentra fundamentalmente sobre estas partículas de polvo que se adhieren a todo y penetran en el organismo. Debido a los cortos períodos de semidesintegración de los demás descendientes del radón, la radioactividad ambiental reside principalmente en el plomo 210 (el de vida más larga de todos ellos: 22 años).

Texto elaborado por Luis García del Pozo.